En estricto rigor, las reglas del sistema que permite a las AFP invertir en empresas son claras y, en general, han sido positivas. Las AFP pueden invertir en empresas, a cambio de que estas, a través de una buena gestión, repartan dividendos al final de cada de ejercicio anual o valoricen la acción (es decir, que valga cada vez más).

Desde el punto de vista anterior, en sí mismo, la expansión de una empresa no es negativa, ya que al crecer, su valor crece.

En enero de 2018, Economía y Negocios informaba que del total de las acciones de la cartera de fondos de pensiones, el 96,4% correspondía a títulos del IPSA, lo que ascendía a US$ 18.542,37 millones. Lo anterior equivale a que los fondos de pensiones -a través de la administración de las AFP- son dueñas solo del 8,6% del patrimonio bursátil de las 40 firmas del IPSA, según un análisis de la Asociación de AFP sobre la base de información de la Superintendencia de Pensiones al cierre de 2017.

¿Quién debe asegurarse que los montos invertidos por las AFP, que en el fondo son los dineros de los trabajadores- sean bien invertidos? Los directores que representan a estas compañías.

Algunas de estas inversiones han respondido muy bien. Por ejemplo, en el año 2019, Cencosud repartió el 80% de las utilidades de ese año, cifra superior al mínimo obligatorio de 30% que especifica la ley. El monto total ascendió a $91.360.142.304 que fueron repartidos desde mayo de 2020 y de ellos, un porcentaje importante fue para las AFP que administran los fondos de los trabajadores.

La firma de asesorías corporativas Montblanc Consulting analizó que las cinco compañías chilenas abiertas en bolsa más ganadoras desde septiembre de 2019 al cierre de 2020 fueron CAP, Cencosud, Camanchaca, Colbún y Watt’s.

Parque Arauco es otra empresa donde las AFP tienen un capital acumulado equivalente al 18% del valor bursátil de la compañía que vale en total unos 2 mil millones de dólares, observando el valor promedio de los últimos años.

El valor de la acción asciendo hoy a $1.350 y ha llegado a valer más de $1.600.

Pues bien. Desde el estallido social hasta ahora en Pandemia, Parque Arauco es apuntada como una de las empresas más golpeadas y ha debido tomar decisiones complejas, como por ejemplo, deshacerse del 49% de dos de sus centros comerciales en Colombia por unos US$ 200 millones. Misma cifra que pagó en 2019 por el Mall de Concepción. Dichas decisiones, sólo pueden ser adoptadas con el acuerdo del directorio.

Parque Arauco es una empresa triple A, máxima calificación que una agencia le puede otorgar a un emisor de bonos. Un bono con calificación AAA tiene un grado excepcional de solvencia debido a que el emisor puede cumplir sus compromisos financieros fácilmente. Esto lo logra, entre otras cosas, gracias a que tiene provisiones por 500 millones de dólares (caja).

El total de bonos emitidos suma US$ 1.500 millones y funcionan así: la empresa emite bonos deuda y los inversionistas cobran a cambio de una tasa de retorno fija. Para algunos, en tiempos de incertidumbre, comprar bonos puede ser más seguro que adquirir acciones, porque el reparto de utilidades está abierto a los vaivenes del mercado.

EL CASO BONOS

Al googlear “bonos parque Arauco” se encuentra un PDF anclado en el repositorio de la Universidad del Desarrollo bajo el nombre “Valoración de Bonos de Parque Arauco”, escrito en octubre de 2017 por Cristián Pinto. https://repositorio.udd.cl/bitstream/handle/11447/2073/caso%201%20bonos.pdf?sequence=1&isAllowed=y

El texto tiene la siguiente advertencia: “Este caso está basado exclusivamente en datos públicos y contiene algunos datos ficticios. El caso ha sido escrito para su uso en discusiones de clases y no para ilustrar eficiencia o ineficiencia en el manejo de situaciones gerenciales. Agradezco la asistencia de investigación de Ignacio Quezada de la Universidad de Chile y los comentarios de Jacinto Gorosabel y Javier Fuenzalida de la Universidad del Desarrollo. Todos los errores son responsabilidad del autor”.

Jacinto Gorosabel es el actual director de Contenidos de la Presidencia de Chile.

En este texto de nueve páginas, se describe en formato novela -no se sabe hasta dónde real- una situación que al parecer se refiere a Marco Guzmán, gerente Corporativo de Finanzas de Parque Arauco y un joven asesor identificado como Juan Gutiérrez.

(…) La segunda alternativa era arriesgarse y apostar a ganador para crecer. Para el Sr. Guzmán ello significa tomar cuantiosos créditos para poder financiar proyectos de expansión de la empresa. Un salto que podría ser un éxito total o un fracaso rotundo si se cumplían los pronósticos más pesimistas acerca del futuro del país en el corto plazo. Equivocarse no solo implicaba perder dinero sino también que muchos trabajadores de la empresa podrían perder sus empleos con el consiguiente perjuicio social a sus familias. Por tanto, la decisión no era fácil y Guzmán sentía como el peso de la responsabilidad de su cargo iba acrecentándose sobre sus hombros a medida que se aproximaba la próxima reunión de Directorio (…) Hace unos años, cuando la empresa pasaba por un período de vacas gordas y el presupuesto gozaba de suficiente holgura como para ampliar su dotación de analistas y asesores financieros, el Sr. Guzmán entrevistó a un joven recién egresado de la carrera de Ingeniería Comercial de una universidad poco conocida”.

El texto continúa hasta llegar a la descripción del tema bonos: “Juan Gutiérrez comenzó diciendo que se había dedicado a hurgar en la bodega de la empresa, buscando entre las cajas y archivadores, los documentos que valía la pena revisar. Después de leer cientos de ellos, encontró que dentro de los pasivos financieros de largo plazo había un bono, emitido en 2015, que había sido utilizado para financiar proyectos de expansión de la compañía y que dadas las condiciones del mercado en ese momento, había sido emitido con una tasa muy alta”. (Emitidos el 30 de diciembre de 2015 para pagarse al término de 2025.

Aquí el texto toma un giro que podría ser preocupante para los trabajadores cuyos fondos están invertidos en Parque Arauco, ya que un bono emitido a una tasa muy alta, involucra una pérdida potencial de utilidades para los accionistas, aunque un buen negocio para los tenedores de los bonos. ¿Quiénes eran? ¿Revisó el caso en detalle el Directorio? El texto termina con gráficos que reflejan hasta qué punto -en caso de ser cierta la historia- se pagaron tasas por sobre el mercado a esos bonistas.

La recomendación de Juan Gutiérrez, según relata el texto, fue la siguiente: “sugiero- que la empresa podría refinanciar el bono emitiendo un nuevo bono bullet. Este bono debería tener el mismo nominal que el anterior y los cupones serán pagados semestralmente, con una duración de 10 años. Esto disminuirá el pago de cupones semestrales, dado que las tasas de interés actuales son más bajas”.

EL ROL DE LOS DIRECTORES DE LAS AFP

En caso de que la historia narrada en el repositorio de la Universidad del Desarrollo fuera cierta, los representantes de las AFP deberían haber pedido explicaciones y adoptado medidas. A no ser que quienes tomaron los bonos deuda sean también las propias AFP. Pero de todas formas, ello podría generar una duda razonable: ¿veló el directorio por los accionistas al no resguardar la toma de deuda a tasas más altas?

Esto, lleva al tema de fondo: el sistema no es malo, sólo se debe asegurar que las AFP pongan como sus representantes en las empresas a profesionales que se la jueguen por su inversión.

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